A propósito de la crisis iniciada en 2007, y más recientemente con las últimas decisiones tomadas por el BCE en cuanto a compra de deuda española a través de bonos, voy a intentar explicar hoy un poco más cómo se mueven los mercados monetarios europeo e internacional en cuanto a eso.
Vamos a suponer que el único activo alternativo al dinero fuesen los bonos a largo plazo, es decir, un título o valor a perpetuidad que no tiene fecha de vencimiento y que nunca se amortiza. Esto es una situación un tanto especial, pero que se da en la realidad en cierto tipo de títulos emitidos por entidades públicas y de banca. Cada bono representa el compromiso por parte del Gobierno de pagar, digamos, 80 euros por año, a perpetuidad. Como sucede con otros títulos, los bonos a perpetuidad pueden ser vendidos por sus propietarios. Un comprador que desee pagar 1.000 euros por dicha perpetuidad obtendrá una tasa de interés o un rendimiento del 8%. Pero si el precio baja y lo puede obtener por 800 euros, el pago de 80 euros al año daría un rendimiento del 10%.
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